El
Decreto de Guerra a Muerte respondió a la extrema crueldad de los realistas

El Decreto de Guerra a Muerte, dictado por Simón
Bolívar en Trujillo en 1813, en plena Campaña Admirable, en respuesta a la
sanguinaria represalia con la que la Corona española puso fin a la Primera
República. “Fue una respuesta lógica a la desestimación de los contenidos
humanos de la Capitulación firmada en La Victoria el 25 de julio de 1812,
entre los emisarios de Domingo Monteverde y el Generalísimo Francisco de
Miranda”, señaló el historiador y docente universitario Omar Hurtado al Correo
del Orinoco.
Aunque Monteverde aprobó la capitulación
personalmente, “él mismo la violó sistemáticamente, de manera que no fue
extraña la actuación a mansalva de sus huestes que implantaron un régimen de
terror y crueldades con saqueos y matanzas por doquier”, acotó el
académico.
“Ante esta vesánica actitud, Antonio Nicolás
Briceño y un grupo de patriotas dieron a la luz pública el Convenio de
Cartagena, el 16 de enero de 1813, en el que establecieron la confiscación
de los bienes de los españoles y su reparto entre los afectos a la causa
patriota, así como un sistema de ascensos militares que se basaba en la cantidad
de españoles ajusticiados”.
Estos hechos relatados por Hurtado ilustran el
contexto en el que se produjo el decreto de Bolívar, que no fue un hecho
circunstancial sino que expresaba una política orientada a librar una guerra
total contra el imperio español. De hecho, puntualizó que el documento
“posteriormente fue ampliado y suscrito por el brigadier Simón Bolívar en
Cúcuta el 20 de marzo del mimos año (1813) y convertido en proclama en Mérida
el 7 de abril”.
“Más adelante fue ratificado en San Carlos de
Austria (Cojedes) el 28 de junio, ocasión en la que El Libertador, rango que le
había conferido la Municipalidad de Mérida en mayo, dirigió la siguiente
proclama: ‘Por última vez, españoles y canarios, oíd la voz de la justicia y de
la clemencia. Si preferís nuestra causa a la de los tiranos, seréis perdonados
y disfrutaréis de vuestros bienes, vida y honor; y si persistís en ser nuestros
enemigos, alejaos de nuestro país o preparaos a morir”.
-¿Esta política se cumplió al pie de la letra?
-Al estar la Política de Guerra a Muerte
constituida por una serie de decretos emitidos por la Comandancia General del
Ejército patriota era de obligatorio cumplimiento por todos los efectivos del
mismo, aunque las ejecutorias derivadas de él debían ser decididas por los
comandantes de plaza o destacamentos, según su jerarquía. No dudamos de que sus
mandatos fueron cumplidos al pie de la letra.
Hurtado precisó que “ya en el año 1814, por órdenes
de El Libertador, se adelantan muchas ejecuciones sumarias. Pero no olvidemos
que es tristemente célebre la fama que acompaña al Mariscal Pablo Morillo quien
vino a estas regiones con el mandato expreso de “pacificarlas y volverlas al
servicio del Rey”, y se valió de la política de guerra a muerte que imperaba
para someter a un sitio a sangre y fuego a Cartagena, asolar las provincias
rebeldes y desarrollar verdaderas carnicerías.
- ¿Esa política incidió de algún modo en el hecho
de que la Campaña Admirable se cumpliera con éxito en solo cinco meses?
-La respuesta de los patriotas ante la extrema
crueldad de los realistas se mantuvo en vigencia hasta la firma del Tratado de
Armisticio y Regularización de la Guerra por el Capitán General Morillo y El
Libertador el 25 y el 26 de noviembre de 1820, en Santa Ana de Trujillo por el
cual ambos bandos se comprometen “a hacer la guerra como la hacen los pueblos
civilizados”. Pero mientras duró, ciertamente tuvo una enorme influencia en la
manera fulgurante y exitosa como se desarrolló la Campaña Admirable. Durante el
desarrollo de su campaña de la Nueva Granada, Bolívar concibió la idea de una
guerra total contra los españoles y solicitó permiso al Congreso de la Nueva
Granada para desarrollar acciones militares en el suelo venezolano.
Al obtenerlo, avanzó como un huracán sobre Mérida,
Trujillo, Guanare, Barinas, Araure, San Carlos, Taguanes, Valencia, La
Victoria, donde el 4 de agosto de 1813 se produjo la capitulación del gobierno
realista. Entró a Caracas, que le ratificó el título de Libertador. Luego vino
el sitio de Puerto Cabello, donde se había refugiado Monteverde, y se
realizaron las batallas de Bárbula -donde murió Atanasio Girardot-, la de
Barquisimeto, la de Vigirima y la de Araure.
TEXTO EN SU CONTEXTO
Al respecto indicó lo importante de recordar que Simón
Bolívar “entendió, primero que nadie, las causas de la pérdida de la
Primera República y las explanó en el célebre Manifiesto de Cartagena. Pero,
además, él mismo comprendió las razones del naufragio de la Segunda y las anotó
en el Manifiesto de Carúpano, al señalar que las armas patriotas estaban
invictas ante sus naturales adversarios y que sólo las habían derrotado la
ignorancia”.
Con esa observación, Bolívar se refería “a la
manipulación de que fueron víctimas los sectores más desposeídos de la sociedad
al alinearse mayoritariamente contra el movimiento emancipador, ignorando que
el orden económico social imperante era el impuesto por la colonia española en
1498”.
Hurtado destacó que con esta afirmación “el más
grande de los venezolanos estaba replanteando la argumentación que dio lugar a
los sucesivos decretos de Guerra a Muerte y reivindicando la necesidad
de incorporar a los excluidos por el orden colonial así como también
internacionalizar la guerra, que, en definitiva, era lo que perseguía con la
promulgación de esta política”.
Fuente/Mercedes Aguilar
I/Edgar Vargas
Caracas
Tomado del diario Correo del Orinoco, La Artillería del
Pensamiento
No hay comentarios:
Publicar un comentario