sábado, 29 de septiembre de 2012

Día Europeo de las Lenguas




Jueves, Septiembre 27th, 2012 at 9:30 am

Publicado por: leer.es
 

A propósito de una celebración: lenguas en peligro de extinción
Autor Chema Madoz
Desde 2001 el Día Europeo de las Lenguas se celebra cada 26 de septiembre. Europa posee un auténtico tesoro lingüístico: a las 23 lenguas oficiales de la UE se suman los idiomas de más de 60 comunidades territoriales o minoritarias y las lenguas de los ciudadanos originarios de otros países y continentes. Para dar a conocer esta inmensa riqueza, la Unión Europea y el Consejo de Europa decidieron organizar en 2001 el Año Europeo de las Lenguas.
Hoy día hay unas 6500 lenguas en el mundo y la mitad de ellas corren peligro de extinción.
¿Por qué preservar una lengua? Porque toda lengua es la representación de la visión del mundo, valores, filosofía, cultura, estética de quienes la usan o la han usado; es decir, es como su ADN. Si se extingue, todo lo que contiene se pierde sin remedio.
Hay una unión irreemplazable entre una lengua y el Conocimiento Tradicional (C.T.) relacionado con la biodiversidad. Las comunidades indígenas han ido creando a lo largo del tiempo taxonomías que les han permitido clasificar el mundo natural. Ello implica un conocimiento del medio ambiente que está contenido en los nombres indígenas, tradiciones orales y taxonomías, y puede desaparecer (de hecho, desaparece) cuando una comunidad cambia de idioma.
Los nombres indígenas que proceden del folklore y de las tradiciones orales pueden resultar determinantes para el éxito de iniciativas relacionadas con la recuperación de especies o la preservación de cultivos.
Un estudio sobre dichos ancestrales del pueblo Maorí concluía nada menos que éstos contenían información única sobre plantas, suelos, nutrientes y paisajes.
Aliet Nemtushkin, es un poeta que pertenece a la minoría Evenki, de China, expresa así sus miedos a que su lengua se extinga:
Si olvido mi lengua materna
y los cantos que entona mi pueblo,
De qué me sirven mis ojos y oídos,
para qué quiero mi boca (…)
Cómo podré admitir la insensata idea de que mi lengua es pobre y endeble
Cuando las últimas palabras de mi madre fueron musitadas en Evenki.



domingo, 23 de septiembre de 2012

Mario Briceño Iragorry, la conciencia intelectual de un pueblo




Hace exactamente 115 años (15/09/1897) que nació en la ciudad de Trujillo, Mario Briceño Iragorry, quien fue abogado, historiador, escritor, diplomático y político venezolano. Su obra literaria lo catapultó como: “uno de los más densos exponentes de la historia y la ensayística contemporánea”. Primer Premio Nacional de Literatura en su tierra natal, Venezuela, Mario Briceño-Iragorry ocupa un lugar privilegiado en el Panteón Nacional y en la memoria histórica de los que como él procuran una patria y un mundo mejor.

Conformó la llamada "Generación del 18", que junto con otros intelectuales venezolanos como Ramón Díaz Sánchez, introduce en la literatura venezolana una nueva interpretación de la realidad literaria e histórica. Según su opinión, la falta de un carácter nacional se debe a la manera como se ha enseñado la historia a los venezolanos: un culto exagerado por la etapa republicana, una historia litúrgica donde se adora a los próceres de nuestra independencia como a dioses y se condena nuestro pasado español e indígena.

Durante su vida intelectual manifestó un profundo interés por el rescate de la identidad nacional venezolana. Ya para el año 51 había diagnosticado el mal que padecemos hoy: una crisis de pueblo, no del pueblo. El exagerado aumento de nuestra costumbre consumista de cultura foránea, en detrimento de nuestros valores nacionales, nos ha alejado de la solución planteada por él. Una solución que busca rescatar del pasado histórico los elementos necesarios para asegurar un piso cultural propio de los venezolanos.

¿Cuál era el verdadero fin de promover el rescate histórico como solución al problema de la identidad y valores nacionales? Don Mario Briceño-Iragorry en su ensayo Mensaje sin Destino hace crecer la semilla que había sembrado en su prolija obra anterior, desde que cambió su rumbo estilístico con El Caballo de Ledezma. Este interés por la verdadera Venezuela histórica, punto de partida de su labor, alcanza su mayor elevación al regresar a Venezuela Arturo Uslar Pietri después de dictar durante más de cinco años la cátedra de Literatura Hispanoamericana en la Universidad de Columbia. Arturo Uslar Pietri promueve la investigación pública sobre una posible crisis literaria en nuestro país y Briceño-Iragorry cree necesario plantear desde el punto de vista histórico lo que a él le parecía que era algo evidente: el problema no era un problema creador, sino una crisis de pueblo, de identidad nacional.

El autor de Mensaje sin Destino pensaba que el problema de nuestras letras tenía un fondo más crucial. La dificultad surgía de la falta de sentido histórico de nuestro pueblo, de no entender la historia como un sentido de continuidad y admitía la época del petróleo como un arma de doble filo; que traería beneficios a nuestro país pero que a la vez importaba valores ajenos que se configuraban como un peligro futuro para nuestra identidad deficiente. Para su época Venezuela se encontraba en una vehemente copia de cultura importada, traída por el mundo de la explotación petrolera, que mermaba nuestras ansias naturales de progreso.
Briceño-Iragorry confía en que nuestra cultura ha quebrado y la raíz principal de esto es que nos hemos convertido en una nación antihistórica: una nación que no ha logrado asimilar su acaecer histórico y ha dejado atrás voluntariamente toda la historia de la etapa pre-republicana de nuestro país; historia cuya asimilación contribuiría a forjar un verdadero carácter nacional. Según su opinión esto se debe a la manera como se ha enseñado la historia a los venezolanos: un culto exagerado por la etapa republicana, una historia litúrgica Donde se adora a los próceres de nuestra independencia como a dioses y se condena nuestro pasado español e indígena. Esto también suele ocurrir con nuestra historia civil. Nuestros historiadores dedican su investigación a la presentación de una efemérides bélicasin considerar los aportes del pueblo mismo en tiempos de paz.

La ausencia de un examen total de nuestro ayer, que admita nuestro pasado hispánico, ha contribuido sobremanera a la poca asimilación de una Venezuela verdaderamente histórica, muchos prefieren una historia corta de Venezuela que nace en el inicio de nuestra independencia sabiendo que nuestro verdadero pasado se remonta casi cuatro siglos atrás, con la conquista española. Para ello Briceño-Iragorry ilustra con ejemplos como el de Australia cuyo día nacional no es el del nacimiento de la Commonwealth, sino el de la llegada de los primeros inmigrantes ingleses. Esta fue la forma como los australianos arrancaron su historia de las Islas Británicas, ésta fue la forma como asimilaron su historia total en provecho de un progreso que hoy día no es difícil de apreciar. No sólo progreso, sino identidad nacional.

Briceño-Iragorry consideraba necesario reaccionar contra los valores extraños de la misma forma como antes habíamos luchado contra las potencias extranjeras por nuestra independencia. Es necesario también combatir a nuestros explotadores, no sólo en el orden económico, sino en el orden cultural. En referencia a esto Briceño-Iragorry menciona la deformación de nuestra lengua y nuestra comida.
Sin embargo, no atribuye todas estas consecuencias a la cultura formada por el petróleo, sino a todos aquellos venezolanos y extranjeros a los que se le concedió la explotación del mineral. Según él es necesario una inmigración creadora que se asimile al país como lo hizo el español de la provincia, una inmigración que no sea marginada, sino incorporada al desarrollo de la nación.

Su obra literaria tuvo mucha aceptación, tanto que Mensaje sin Destino tuvo que reimprimirse pocos meses después de su primera edición. Sin embargo, como consecuencia de la represión pública después del golpe de estado del 52 se vio obligado a marcharse al exilio, desde donde trabajó fervientemente, hasta sus últimos días, sobre la temática que tanto le preocupaba. Muestra de ello es que desde su exilio hasta su muerte en el año 58 mantuvo correspondencia con importantes personalidades tanto venezolanas como extranjeras y escribe libros como La Hora Undécima, Introducción y Defensa de Nuestra Historia, Aviso a los Navegantes y La Alegría de la Tierra, entre otros.
Hoy, a casi cien años de su nacimiento y a treinta y ocho de su desaparición física, el llamado de Don Mario Briceño-Iragorry late en sus libros, así como persiste el problema contra el que se quiso enfrentar con un grito apagado por el tiempo, con un verdadero Mensaje sin Destino.

Tomado del texto de José Lezama, titulado “A 100 años de su nacimiento
Mario Briceño Iragorry
y la verdadera identidad nacional”

Don Mario Briceño Iragorry, El Trujillano Universal



Trujillo (Edo. Trujillo, Venezuela) 15/09/1897 _ Caracas, 06/06/1958


Historiador, escritor, diplomático y político. Hijo de Jesús Briceño Valero y de María Iragorry. Cursó estudios de primaria en su pueblo natal y de bachillerato en el Colegio Federal de Varones de Valera. En 1912 se trasladó a Caracas e ingresó ese año a la Academia Militar donde conoció al futuro presidente Isaías Medina Angarita. En 1914, regresó a Trujillo donde ejerció el periodismo desde las páginas  de Ariel. En 1918 viajó a Mérida para seguir estudios de derecho en la Universidad de Los Andes, donde tuvo de compañeros, entre otros, a Diego CarbonellMariano Picón Salas y Caracciolo Parra León. Allí conoció a Josefina Picón Gabaldón con quien contrajo matrimonio en 1923. Fue director de Política y encargado de la Secretaría del estado Mérida en 1919. En 1920, se graduó de abogado en la Universidad de Los Andes. En 1921 regresó a Caracas, ingresando a la Dirección de Política Internacional del Ministerio de Relaciones Exteriores junto a Lisandro Alvarado, Jacinto Fombona Pachano y José Antonio Ramos Sucre. Para esa época, ingresó a la docencia en el liceo Andrés Bello del cual llegó a ser director. En ese mismo año, publicó Horas y en 1922, Motivos. Secretario de la Cámara  de Diputados (1922) viajó a Nueva Orleans, donde ejerció el cargo de cónsul de Venezuela (1923-1925).
A su regreso a Caracas, se recibió de doctor en ciencias políticas en la Universidad Central de Venezuela (1925). En ese mismo año publicó Ventanas en la noche e inició investigaciones de etnografía, lingüística y arqueología. En 1926, publicó Lecturas venezolanas. En 1927, regresó a Trujillo y fue nombrado secretario general del estado, ejerciendo interinamente la presidencia del mismo. En ese mismo año, fue director de la Escuela de Ciencias Políticas y publicó Ornamentos fúnebres de los Aborígenes del Occidente de Venezuela. En 1928 es designado presidente del estado Carabobo y meses después, secretario de la Universidad Central de Venezuela. El año siguiente publicó La fundación de Maracaibo e Historia de la fundación de la ciudad de Trujillo, cuyo título definitivo fue Los fundadores de Trujillo (1930). En 1930, se incorporó a la Academia Nacional de la Historia, y en 1932 a la de la Lengua. Cuatro años después se editó una de sus obras fundamentales, Tapices de historia patria y fue uno de los fundadores de la Asociación de Caballeros del Espíritu Santo, de la cual fue secretario. En 1936 fue designado ministro plenipotenciario en Centroamérica, con sede en San José de Costa Rica, donde actuó hasta 1941. Desempeñó, asimismo, la Dirección del Archivo General de la Nación (1942-1943), la Gobernación del estado Bolívar (1943-1944) y la Presidencia del Congreso de la República (1945). A raíz del golpe de Estado que derrocó el gobierno de Isaías Medina Angarita (18-10-1945), fue detenido y llevado preso al Cuartel de la Planicie. A los pocos días es liberado y se dedicó a ejercer su profesión de abogado. En 1946, recibió el Premio Municipal de Literatura  por su obra Casa León y su tiempo y al año siguiente, el Premio Nacional de Literatura por su libro El regente Heredia o la piedad heroica. En 1949 fue nombrado embajador en Colombia. En plena madurez literaria, publicó una serie de libros que lo convierten en uno de los más  densos exponentes de la historia y de la ensayística contemporánea  de Venezuela. Algunos de esos títulos son: Alegría de la tierra, Vida y papeles de Urdaneta el joven, El caballo de Ledesma, Los Riberas. Cronista de Caracas (1951), apoyó a la candidatura presidencial de Jóvito Villalba en las elecciones de 1952. Tras el desconocimiento de la Junta Militar del resultado de dichos comicios se exilia en Costa Rica (1953) y Madrid (1953-1958). Una muestra de su obra apareció en la serie Obras selectas, de las Ediciones Edime (1954). En 1957, aparece su obra señalada como el libro síntesis de su doctrina: Por la ciudad hacia el mundo, donde anota: «La realización del verdadero sentido universal del pensamiento del hombre no está  reñida con el crecimiento de los grupos nacionales. El nacionalismo en su verdadera concepción ontológica no implica una posición antihumanista, así se intente confundirlo con las formas agresivas del nazismo alemán.  El verdadero nacionalismo, como expresión de humanidad, reclama que se le mire sub specie universalis. El nacionalismo, y vale repetirlo una vez más,  representa en el plano de la valoración colectiva, un modo de obrar la personalidad de los pueblos...» En abril de 1958 retorna a Venezuela, y dos meses más  tarde muere. Sus restos yacen en el Panteón Nacional desde el 6 de marzo de 1991.   

Pascual Venegas Filardo



ICONOGRAFÍA: RETRATO, Edmundo Wolterbeck, óleo/tela, 1960, Concejo Municipal, Distrito Federal, Caracas. RETRATO, Marco Saca, óleo/tela, Academia Nacional de la Historia, Caracas. FOTOGRAFÍAS, colección Juanito Martínez Pozueta, Biblioteca Nacional, Caracas.

FUENTE: Fundación Polar, Diccionario de Historia de Venezuela, 2ª Edición, Caracas: Fundación Polar, 1997.