domingo, 23 de septiembre de 2012

Mario Briceño Iragorry, la conciencia intelectual de un pueblo




Hace exactamente 115 años (15/09/1897) que nació en la ciudad de Trujillo, Mario Briceño Iragorry, quien fue abogado, historiador, escritor, diplomático y político venezolano. Su obra literaria lo catapultó como: “uno de los más densos exponentes de la historia y la ensayística contemporánea”. Primer Premio Nacional de Literatura en su tierra natal, Venezuela, Mario Briceño-Iragorry ocupa un lugar privilegiado en el Panteón Nacional y en la memoria histórica de los que como él procuran una patria y un mundo mejor.

Conformó la llamada "Generación del 18", que junto con otros intelectuales venezolanos como Ramón Díaz Sánchez, introduce en la literatura venezolana una nueva interpretación de la realidad literaria e histórica. Según su opinión, la falta de un carácter nacional se debe a la manera como se ha enseñado la historia a los venezolanos: un culto exagerado por la etapa republicana, una historia litúrgica donde se adora a los próceres de nuestra independencia como a dioses y se condena nuestro pasado español e indígena.

Durante su vida intelectual manifestó un profundo interés por el rescate de la identidad nacional venezolana. Ya para el año 51 había diagnosticado el mal que padecemos hoy: una crisis de pueblo, no del pueblo. El exagerado aumento de nuestra costumbre consumista de cultura foránea, en detrimento de nuestros valores nacionales, nos ha alejado de la solución planteada por él. Una solución que busca rescatar del pasado histórico los elementos necesarios para asegurar un piso cultural propio de los venezolanos.

¿Cuál era el verdadero fin de promover el rescate histórico como solución al problema de la identidad y valores nacionales? Don Mario Briceño-Iragorry en su ensayo Mensaje sin Destino hace crecer la semilla que había sembrado en su prolija obra anterior, desde que cambió su rumbo estilístico con El Caballo de Ledezma. Este interés por la verdadera Venezuela histórica, punto de partida de su labor, alcanza su mayor elevación al regresar a Venezuela Arturo Uslar Pietri después de dictar durante más de cinco años la cátedra de Literatura Hispanoamericana en la Universidad de Columbia. Arturo Uslar Pietri promueve la investigación pública sobre una posible crisis literaria en nuestro país y Briceño-Iragorry cree necesario plantear desde el punto de vista histórico lo que a él le parecía que era algo evidente: el problema no era un problema creador, sino una crisis de pueblo, de identidad nacional.

El autor de Mensaje sin Destino pensaba que el problema de nuestras letras tenía un fondo más crucial. La dificultad surgía de la falta de sentido histórico de nuestro pueblo, de no entender la historia como un sentido de continuidad y admitía la época del petróleo como un arma de doble filo; que traería beneficios a nuestro país pero que a la vez importaba valores ajenos que se configuraban como un peligro futuro para nuestra identidad deficiente. Para su época Venezuela se encontraba en una vehemente copia de cultura importada, traída por el mundo de la explotación petrolera, que mermaba nuestras ansias naturales de progreso.
Briceño-Iragorry confía en que nuestra cultura ha quebrado y la raíz principal de esto es que nos hemos convertido en una nación antihistórica: una nación que no ha logrado asimilar su acaecer histórico y ha dejado atrás voluntariamente toda la historia de la etapa pre-republicana de nuestro país; historia cuya asimilación contribuiría a forjar un verdadero carácter nacional. Según su opinión esto se debe a la manera como se ha enseñado la historia a los venezolanos: un culto exagerado por la etapa republicana, una historia litúrgica Donde se adora a los próceres de nuestra independencia como a dioses y se condena nuestro pasado español e indígena. Esto también suele ocurrir con nuestra historia civil. Nuestros historiadores dedican su investigación a la presentación de una efemérides bélicasin considerar los aportes del pueblo mismo en tiempos de paz.

La ausencia de un examen total de nuestro ayer, que admita nuestro pasado hispánico, ha contribuido sobremanera a la poca asimilación de una Venezuela verdaderamente histórica, muchos prefieren una historia corta de Venezuela que nace en el inicio de nuestra independencia sabiendo que nuestro verdadero pasado se remonta casi cuatro siglos atrás, con la conquista española. Para ello Briceño-Iragorry ilustra con ejemplos como el de Australia cuyo día nacional no es el del nacimiento de la Commonwealth, sino el de la llegada de los primeros inmigrantes ingleses. Esta fue la forma como los australianos arrancaron su historia de las Islas Británicas, ésta fue la forma como asimilaron su historia total en provecho de un progreso que hoy día no es difícil de apreciar. No sólo progreso, sino identidad nacional.

Briceño-Iragorry consideraba necesario reaccionar contra los valores extraños de la misma forma como antes habíamos luchado contra las potencias extranjeras por nuestra independencia. Es necesario también combatir a nuestros explotadores, no sólo en el orden económico, sino en el orden cultural. En referencia a esto Briceño-Iragorry menciona la deformación de nuestra lengua y nuestra comida.
Sin embargo, no atribuye todas estas consecuencias a la cultura formada por el petróleo, sino a todos aquellos venezolanos y extranjeros a los que se le concedió la explotación del mineral. Según él es necesario una inmigración creadora que se asimile al país como lo hizo el español de la provincia, una inmigración que no sea marginada, sino incorporada al desarrollo de la nación.

Su obra literaria tuvo mucha aceptación, tanto que Mensaje sin Destino tuvo que reimprimirse pocos meses después de su primera edición. Sin embargo, como consecuencia de la represión pública después del golpe de estado del 52 se vio obligado a marcharse al exilio, desde donde trabajó fervientemente, hasta sus últimos días, sobre la temática que tanto le preocupaba. Muestra de ello es que desde su exilio hasta su muerte en el año 58 mantuvo correspondencia con importantes personalidades tanto venezolanas como extranjeras y escribe libros como La Hora Undécima, Introducción y Defensa de Nuestra Historia, Aviso a los Navegantes y La Alegría de la Tierra, entre otros.
Hoy, a casi cien años de su nacimiento y a treinta y ocho de su desaparición física, el llamado de Don Mario Briceño-Iragorry late en sus libros, así como persiste el problema contra el que se quiso enfrentar con un grito apagado por el tiempo, con un verdadero Mensaje sin Destino.

Tomado del texto de José Lezama, titulado “A 100 años de su nacimiento
Mario Briceño Iragorry
y la verdadera identidad nacional”

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